El grupo de enfermedades asociadas al sistema circulatorio
se mantuvieron en el 2022 como primera causa de morbilidad en España y las
enfermedades cardiovasculares como quinta causa de baja laboral. Entre las
cardiopatías con consecuencias fatales se encuentra las arritmias y la
fibrilación ventricular, arritmias
potencialmente mortales si no se revierte en pocos minutos. Cada vez más
entidades públicas y privadas instalan desfibriladores y ofrecen a su personal,
formación por prevención. Así, ante una situación
potencialmente irreversible como una parada cardíaca pueda revertirse y ofrecer una situación de control donde cada minuto cuenta
con la esperanza de a la llegada de los servicios de emergencias y/o la recuperación del pulso por la persona atendida le devuelva el sentido.
Esta situación para el que la padece una vez le ofrecen el alta hospitalaria, así como los familiares o personal presente en el desvanecimiento, suele ser fuente de nuevas incertidumbres e incluso la paralización de la integración a entorno social, laboral o familiar. La asociación avanza, hacia la integración de la comprensión
de las personas que han sobrevivido, por su salud cardiovascular y su salud
mental.
La Fundación Española del Corazón, ofrece información sobre
la naturaleza de la muerte súbita y diferencia casos por grupos de edad cuando
se padece una parada cardiorrespiratoria. Nos ofrece que esta muerte súbita
(arritmia maligna) en menores de 35-40 años las causas suelen ser hereditarias,
genética o familiares. Las causas en
personas mayores de 35-40 años suele ser por infarto de miocardio o
arterosclerosis coronaria no identificado por el paciente con consecuencias
fatales. Estas incidencias pueden acabar en arritmia cardíaca llamada
fibrilación ventricular , una disfunción eléctrica del corazón donde el corazón
pierde esta capacidad sincronizada de contracción ventricular y deja de bombear
y oxigenar al resto del organismo. El cerebro entre otros órganos deja de
oxigenarse y la persona pierde el conocimiento , se desvanece y deja de
respirar. Cuando despierte y después del alta hospitalaria , el reanudar su
vida familiar , social y laboral será posible gracias al apoyo del entorno y de
un sistema sanitario que pueda manejar una situación que se antoja muy
diferente a lo que son patologías cardiovasculares en los últimos cuarenta años.
Se conocen ciertos trastornos como la ansiedad generalizada, la depresión como
subyacentes a ciertas cardiopatías, pero se desconoce cómo afrontar una nueva y
de prevalencia desconocida, el trastorno de estrés postraumático.
Se denominan
trastornos aquella afectación conductual, del estado de ánimo o aquellos
pensamientos que afectan a nuestra conducta o comportamiento, y acaban
afectando a nuestra vida social, laboral o afectiva e incapacitar a la persona
que la padece. De los trastornos más
comunes y prevalentes en personas con patologías como el infarto de miocardio,
marcan o indican a una alta predisposición a padecer trastornos de depresión,
ansiedad generalizada que conllevan a problemas de adherencia farmacológica ,
insomnio y dieta , siendo candidatos a participar en programas de
rehabilitación cardíaca.
Desde el 2021 hasta
la fecha, varios estudios ofrecen la prevalencia en personas supervivientes
de una parada cardíaca a padecer un trastorno específico que no se da en otras
patologías o al menos en tal prevalencia como es, el Trastorno de Estrés
postraumático TEPT (Presciutti., A., et al., 2023; Princip, M., et al., 2023;
Sopek I. et al., 2023; Agarwal., s., et al., 2022) La misma definición del
trastorno por la asociación Americana de Psiquiatría (DSM-5) y en relación a la
situación vivida por el paciente recuperado de una parada cardiorrespiratoria,
describe una predisposición al TEPT al experimentar un episodio traumático en
el que está en peligro la propia vida. Cada vez son más las personas que
sobreviven a una parada cardíaca por la implementación de desfibriladores en
centros públicos y privados. Así cómo la formación de como realizar una
reanimación cardiopulmonar para tratar de salvar una vida como la de aquel que
se ha desvanecido en vía pública sin una causa aparente y carece de signos
vitales como son la perdida de consciencia y falta de aliento, respiración. La
supervivencia se estima de entre un 3 % y un 10 % en España y la Fundación
Española del Corazón estima que hay unas 25.000 Paradas Cardiacas anuales. De un entorno de personas que sobreviven sin daños neurológicos, ofrecemos una estimación del 5 %, hablamos de 1.250 pacientes, si de ellos los estudios recientes ofrecen que un 35 % muestras al alta hospitalaria a los 3 y 6 meses una predisposición a TEPT, estamos en unas 438 personas sin atención específica, es decir sin rehabilitación cardíaca y el especialista en el ámbito de la conducta como es el psicólogo. Que podrá evaluar y guiar en que momento se encuentra y como conducir la situación para su recuperación anímica y con la colaboración de los fisioterapeutas y personal del centro médico/hospitalario.
¿Cómo puede ofrecer este desarrollo tan desigual, en personas con un Síndrome Coronario Agudo? Deseamos comentar que
difiere mucho un paciente consciente y que ha padecido un infarto de miocardio
dado que estas personas han sido conscientes del suceso y refieren , dolor precordial,
apnea o dificultad para respirar y mareo. Si bien se conocen infartos súbitos sin
posibilidad de recuperación donde el paciente fallece de forma repentina.
En relación a los pacientes recuperados de una muerte súbita o parada cardíaca, mencionar que no son sinónimos. Para hacer una clasificación y no complicar sintomatología con diversas arritmias, diremos que tenemos asociados con infarto de miocardio (IAM) y que acabaron en parada cardíaca y asociados que padecieron una fibrilación (FV) y acabaron en muerte súbita. En los dos casos, la amnesia al menos del día del suceso es una característica en los dos casos, una amnesia del suceso que puede abarcar el mismo día o las 48 h inmediatas al mismo. Queremos hacer incidencia en este aspecto ya que el mero hecho de haber "perdido la vida" sin causa aparente o reconocida - no recuerdan nada de ese día- , es la que pudiera ofrecer además una horquilla importante de personas con TEPT que puede oscilar entre un 10 % a un 37 % según estudios.
De las personas que sobreviven sin daños neurológicos , suelen ofrecer cierto temor a
realizar ejercicio físico o una vida normal , las primeras semanas se les recomienda realizarlos dentro de unos parámetros que antes del suceso podrían considerarse
normales. Siempre considerando los valores ofrecidos por profesionales de la salud y bajo supervisión del cardiólogo, parámetros que nos ofrecen las pruebas de esfuerzo, electrocardiogramas y
ecocardiogramas , así como los que se consideren por parte del especialista y pueda
realizar para ofrecer al paciente el mejor diagnóstico y pronóstico.
Por ello
consideramos, la necesidad de ofrecer una asistencia desde los centros de
atención primaria de seguimiento, para que no considere que una vez al alta
hospitalaria y con un diagnóstico igual que se pudiera tener una persona dada
de alta por infarto sin pérdida de consciencia, acabe con un trastorno
invalidante como el TEPT mencionado.
Consideramos la
necesidad del psicólogo especialista en comprender los matices de las
cardiopatías, como ya existen especialistas en psicooncología ,
neuropsicología, gerontología. Cómo asociación de pacientes recuperados de
muerte súbita, sentimos que faltan profesionales que puedan comprendernos.
Al referirnos a una muerte súbita, una disfunción eléctrica
del corazón difiere del resto de cardiopatías en la perdida de conocimiento
súbito y repentino. La no existencia de riego sanguíneo al cerebro ofrece a
quien padecer la perdida repentina de conocimiento, en dos o tres segundos se
desvanece. No puede comunicar que sucede a quien lo padece, y además, no
recuerda el suceso, ello confiere cierta y natural angustia o aprensión cuando
ellos mismos refieren cuando sienten un problema o situación anómala del
corazón, se alarman y el entorno revive un posible nuevo suceso.
La asociación desde hace más de catorce años acompañamos a
personas con edades comprendidas entre los dieciocho años hasta sesenta y
cinco, que han sobrevivido y hacen la vida que desean.
Antonio Alba.
Psicólogo de la Asociación de Pacientes y Primeros Intervinientes en Episodios de Muerte Súbita